Hermanos de Eternal, aquí Iorek Byrnison, comandante Storm Raider.
Camaradas, se avecina tormenta, una más violenta que en otras ocasiones, pero igualmente insignificante. Nosotros somos los hijos de la tormenta y la conocemos bien. No tengáis miedo, porque a lo largo de mis viajes he podido ver gran cantidad criaturas monstruosas y me he visto envuelto en situaciones que de verdad merecen sentir eso que llaman miedo, cosas a las que nuestro enemigo mismo ha sucumbido en multitud de ocasiones, y a las que nosotros nos hemos superpuesto. No tengais miedo o rencor, no odiéis ni os sintáis enfermos por su causa, porque no es culpa suya y tampoco lo merecen. Estad felices, eufóricos, cantad las canciones de la guerra con determinación y solemnidad.
Se habla de pactos con el demonio, hablan de la maldad suprema y de un reinado de terror, pero dejadme deciros la verdad y nada más que la verdad acerca de nuestro enemigo, dejadme hablar alto y claro en nombre de Storm Raiders, y dejadme despejar cualquier duda acerca de la victoria que sin duda alguna será nuestra. Pero antes de llevar a cabo mi discurso, quisiera recordaos algunas cosas.
Antaño, nuestro enemigo nunca quiso entablar alianza formal con ninguno de los clanes que pueblan nuestras tierras, sin embargo traicionaban a los que se creian amigos y ayudaban a sus hasta entonces enemigos, llevados por la codicia que todo lo pudre y que acabo corroyendo sus entrañas. No es magia oscura, no es el demonio ni la oscuridad suprema, es la codicia que apesta hasta en el lugar más profundo del mar, y aunque esto es lo único que les da fuerzas, es también su mayor debilidad. Tampoco debéis sentir pena, porque aprovecherán eso para pillaros deprevenidos, como siempre han hecho y como siempre harán. Debéis ser fuertes en corazón y espíritu, y estoy convencido de que, como hasta ahora, no os temblará el pulso a la hora de segar las almas que pretenden oprimir nuestra libertad, esa libertad que hemos conservado durante tantos años y que ha llegado la hora de proteger con uñas y dientes.
Os hablaré ahora de esa tormeta que se cierne sobre nosotros. La codicia amigos, les ha llevado de nuevo al engaño, y engañados han sido los que en su tiempo tuvieron unos intereses e ideales comunes a los nuestros. Ellos, que antaño bajaban la cabeza cual perros sumisos ante los demás clanes según su interés, dejando por los suelos su propio orgullo, han pasado ahora a ser los que sometan a los demás, son ellos ahora la parte contratante. Y es que dicen llevar por bandera la lucha por su libertad, pero amigos míos, ¿acaso no fueron ellos mismos los que renunciaron a su propia libertad sometiendose al norte y al sur, al este y al oeste, tan sólo por una pedazo de tierra o por unas pocas riquezas que luego perdieron o a las que simplemente se vieron obligados a renunciar?
Nuestros nuevos enemigos tampoco merecen odio, rencor ni pena, tampoco es culpa suya, puesto que han caido en las garras de la avaricia. Su realidad ha sido tergiversada por el poder que les han ofrecido, están drogados, y cual drogadicto, nunca reconocerán su adicción. Correrán, sin esfuerzo alguno, la suerte de sus tentadores, y será esa la única forma de liberarlos de la maldición que los aprisiona.
He de deciros que todos ellos se regocijan, intentan autoconvencerse, y tratan de alejar el temor susurrandose los unos a los otros, cual cotorras de mercadillo, que estamos temerosos, aterrados ante la insólita alianza. Sí mis valientes, reíd a carcajada limpia, porque jamás se contará una broma tan jocosa que lo merezca más.
A pesar de todo, seremos nosotros los que les demos una sepultura digna, aún cuado la guerra civil estalle en su seno, aún cuando se den las traiciones que hemos vaticinado con éxito en tantísimas ocasiones, aún entonces, rezaremos a los dioses por la salvación de su alma, ya que por encima de todo tenemos honor, y eso amigos míos, lo han demostrado nuestros actos, nuestras conquistas y nuestras victorias. Hablo de la historia de tiempos pasados y hablo de lo que hasta ayer mismo ha estado teniendo lugar. Ellos me temo, no tienen lo que nosotros. Nosotros hermanos, tenemos la amistad y la camaradería de los años, estamos unidos y siempre hemos luchado los unos por los otros, nos conocemos y nos amamos, y a pesar de nuestras diferencias, estas no dejan de ser insignificantes en comparacíon a la terrible fuerza que obtenemos cuando uno de los nuestros es mancillado, y es que somos más feroces y letales que nadie en el campo de batalla. Por ello, no debéis temer estos tiempos convulsos, tan solo aplastadlos cual cucarachas como siempre habéis hecho, resistiendo sin esfuerzo los bandazos de nuestro rival, porque nosotros compañeros, somos infinitos, nosotros seremos Eternos.